lunes, 21 de febrero de 2011

cielo-olǝıɔ

al preguntarnos qué nos gusta más que nada en este mundo,
la respuesta podría incluso con el más ser infinita
y sin embargo, caminando entre edificios con una ciudad a cuestas
con sus personas indefinibles,
sus árboles invisibles,
sus trabajos mal pagados
y sus diferencias en los ceros de las cuentas de los restaurantes pijos
(o en la de los coches,
o en la de los zapatos si no se tiene carné)
mirando los pequeños fragmentos que asoman desperdigados, pienso -entre tanto hormigón y abruma-
que ya cambiaron el fondo del paisaje previamente azulado como si fueran titulares que en él imprimen  los transeúntes

"no sé si no soy pájaro porque no huelo el gas, o porque no huelo el gas, no soy pájaro"

"indeterminación cae sobre la población  metalizada y obtusa de tantos ángulos"

o

"las dudas no se resuelven, la lluvia no se disuelve y tú no estás aquí"

el caso es que siempre queda hacia arriba y sorprendernos.