clint eastwood me acompañó hoy a desayunar (en una cafetería de barrio) y estuvimos charlando acerca de hacerse el duro en el wild west
intercambiamos también una larga mirada a ver quién podía sostenerla más, comimos tostadas con sabor a ensaladilla y, frente a un espejo con florecillas en las esquinas y un background de botellas-souvenirs del tipo casa-colgante-de-cuenca, ensayamos la planta para cubrir el final de un duelo al mediodía (esa y no otra)
le leí su horóscopo, pedimos un zumo, tarareó una cación de abba que sonaba por encima del chanananí de la máquina tragaperras treasure island y confesó que en realidad no le gustaba montar a caballo mientras yo me pintaba los labios en el reflejo de una cucharilla distorsionada que encontré sobre la barra de metal
luego nos despedimos
pero quedó pendiente lo de las botas, las serpientes de cascabel y las prostitutas gordas
sábado, 26 de junio de 2010
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