El haberme recorrido durante tanto tiempo de esta manera tan extraña hace más raro el momento que es ahora.
Si cada vacío no explorado ha sido rellenado con nuevos huecos durante y otro tanto, por qué ahora intento no escapar, si no todo lo contrario.
Por la mañana pienso que podría ser ayer, por la noche no quiero el mañana y las tardes las paso mecida en un regazo que no es el que era.
Hoy, con mi aliento, escribo un nombre en un cristal y el instante que dura, dos-tres segundos si salgo de la ducha, consigue olvidarme con todo lo cotidiano.
Una salida es una puerta de entrada. Espero que esta, no sea tres años antes.
jueves, 7 de octubre de 2010
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